¿Qué es más sostenible: fregar los platos a mano, o con el lavavajillas?

En Internet encontramos bastantes textos que responden a esta pregunta, y siempre sale un claro ganador, en cuanto a consumo de agua y energía, el lavavajillas; aunque casi nunca se explicita el origen de las cifras.

En este artículo desarrollamos la comparativa de consumos de agua y energía, y vemos que el primero depende mucho de lo ahorrador o derrochador que seamos cada uno, y el segundo del calentador que tengamos.

La conclusión es que, fregando a mano, en el consumo de agua tenemos que ser muy hábiles para igualar el del lavavajillas, mientras que, en el caso de la energía, eligiendo un calentador eficiente sí podemos igualar su consumo, incluso contabilizando las fases de fabricación y desguace del lavavajillas.

En cuanto al detergente usado está claro que, desde el punto de vista de la salud ambiental, la mejor opción es en ambos casos un producto ecológico, que como vimos no libera sustancias ecotóxicas por el desagüe y permite usar el agua residual para riego. Biobel ofrece un producto lavavajillas manual, y pastillas Todo en 1, sal y abrillantador para lavar los platos a máquina.

Otro parámetro a comparar puede ser el tiempo que dedicamos a hacerlo de una y otra forma. Parecería que el lavavajillas nos ahorra todo el tiempo de hacer la vajilla, pero en ocasiones cargar bien la máquina nos puede llevar un buen rato. Hay quien aprecia los minutos de lavar los platos como tiempo de relax, de escuchar música o de meditación.

Consumos de un lavavajillas

Un lavavajillas tiene tres conceptos de consumo de energía:

  • Calentar el agua para lavar. Si no usamos la entrada de agua caliente del aparato (no todos la tienen), se va a hacer mediante una resistencia, que tiene un 100% de eficiencia: cada kWh eléctrico consumido se convierte en un kWh térmico. Cuanto más caliente se quiera el agua (y más fría esté el agua de la red), más energía se va a gastar.

 

  • Secar la vajilla. La mayoría de máquinas la secan calentando bastante el agua del último aclarado (hasta 70ºC o más) y dejando que el vapor se condense en las paredes del lavavajillas. En los lavavajillas Bosch, por ejemplo, alrededor del 20% del consumo energético corresponde a esta fase. Avances tecnológicos para reducir esta energía son el uso de zeolitas o la apertura automática de la puerta al finalizar el ciclo de lavado.

 

  • Consumo oculto con el lavavajillas apagado. Al igual que ocurre con todos los electrodomésticos que llevan un transformador, consumen algo de electricidad mientras no se usan. Sólo evitaríamos ese gasto desenchufando los aparatos. La potencia mientras el equipo no se usa se suele encontrar entre los datos técnicos del aparato.

 

En la etiqueta energética pegada al lavavajillas al comprarlo (y que podemos consultar siempre que queramos en la web) viene su consumo anual de agua (CAaño) y de energía (CEaño). Por normativa europea, se calculan así:

 

CAaño = CAciclo·280

CEaño = CEciclo·280 + CEparado

 

Donde CAciclo y CEciclo son el consumo de agua y energía respectivamente en un ciclo normal de lavado (los fabricantes suelen hacer los test con el programa Eco, que suele trabajar a unos 50ºC), CEparado es el consumo de energía mientras el lavavajillas no se usa, y 280 es una convención para el número de días al año que ponemos el lavavajillas.

Hemos tomado una muestra de 21 modelos de lavavajillas, entre las marcas más presentes en el mercado y de clase energética A+, A++ o A+++ (las únicas permitidas actualmente; en marzo de 2021 entrará en vigor un nuevo escalado de las clases). Hemos asumido que no usamos su entrada de agua caliente (en caso de haberla), puesto que es lo más habitual. En promedio, y si imputamos a cada lavado la parte proporcional del consumo oculto, obtenemos que cada vez que ponemos el lavavajillas gastamos lo siguiente:

 

CAlav = 9,6 litros de agua

CElav = 0,86 kWh de energía eléctrica

 

De los cálculos podemos obtener la energía media usada para calentar un litro de agua durante el lavado, que nos será útil para comparar con el lavado a mano: Elitro = 0,073 kWh.

Hay que decir, que si tenemos la costumbre de enjuagar los platos y utensilios antes de meterlos en la máquina, el consumo de agua puede incrementarse de forma significativa.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad el consumo energético es mucho más importante que el de agua, por su estrecha relación con el cambio climático.

Veamos ahora cuán lejos o cerca podemos estar de los consumos de los lavavajillas si limpiamos la vajilla a mano. Por lo pronto ya sabemos que los gastos energéticos para el secado y mientras el aparato no funciona desaparecen.

Consumo de energía a mano

Éste depende de con qué equipo calentemos el agua. Vamos a estudiar los casos de los dos calentadores más habituales en nuestros hogares, poco sostenibles, y un equipo actual, mucho más eficiente.

  • Termo eléctrico El termo calienta el agua mediante una resistencia, igual que el lavavajillas, así que el consumo de energía por litro de agua calentada en ambos casos sería el mismo (lavando a la misma temperatura), con la salvedad que lavando a mano hay que sumarle las pérdidas del termo:
      • Se pierde algo de energía en el tránsito del agua hasta el grifo. A menudo termo y fregadero se encuentran muy cerca, por lo que esta pérdida resulta insignificante.
      • El agua del termo siempre se está enfriando (más cuanto más alto esté su termostato y peor sea su aislamiento), y esta pérdida suele ser más significativa que la anterior. Si queremos estimarla en nuestro caso, podemos pedir al fabricante de nuestro termo cuál es su dispersión térmica.

Ahora bien, raramentre lavaremos a la misma temperatura que el lavavajillas: éste va a superar casi siempre los 45ºC, y a estos grados ya empezamos a quemarnos. Además, es probable que aclaremos con agua fría. Puesto que en los programas usados como test en los lavavajillas la temperatura suele estar alrededor de 50ºC, si suponemos una media de 40ºC al lavar a mano, y que el agua de la red nos llega a 12ºC (un punto medio entre las temperaturas extremas que se dan en España), el gasto energético para lavar se reduce al 74%. Así,

 

CEmano_termo = CAmano·Elitro·0,74 + pérdidas

(recordemos que Elitro es la energía que usa el lavavajillas para calentar un litro de agua).

 

  • Calentador a gas Éste comparte con el lavavajillas el hecho de calentar el agua instantáneamente, por lo que las pérdidas serán sólo las del tránsito de agua hasta el grifo: insignificantes dentro del consumo total. En este caso, sin embargo, la eficiencia energética puede ser desde un 70%-80% en los calentadores más antiguos, hasta por encima del 100% en los de condensación más modernos.

Decir que esta opción es menos aconsejable desde el punto de vista de la sostenibilidad, por recurrir a una fuente de energía fósil y de origen lejano, y a la emisión de contaminantes (éstos se minimizan en los modelos catalogados como “de bajo NOx”).

 

CEmano_gas = CAmano·Elitro·0,74 / eficiencia

 

  • Termo híbrido. Basa su funcionamiento en la aerotermia, una forma de obtención de calor con una eficiencia de al menos 200%, pudiendo ser incluso superior a 300% según cuál sea la temperatura ambiente y cuántos grados queramos calentar el agua. Mediante el mismo principio físico que se aplica en las neveras (compresión y descompresión de un gas que libera/absorbe calor en el proceso), proporciona 2 o más kWh térmicos (en forma de agua calentada) por cada kWh eléctrico que consume (para la compresión/descompresión y la circulación del gas por el circuito). Por ser la eficiencia energética tan elevada, la energía obtenida por aerotermia se considera renovable.

Los termos híbridos cuentan también con una resistencia eléctrica, que entra en acción cuando se requiere un calentamiento muy rápido del agua. No hay estadísticas sobre cuál es la eficiencia media que consigue la aerotermia en los casos reales, ni cuán frecuentemente se usa la resistencia, pero con toda probabilidad se gastará como mucho la mitad de electricidad; es decir, se cumplirá lo siguiente:

 

CEmano_híbrido <= CAmano·Elitro·0,74 / 2 + pérdidas

 

En nuestros cálculos hemos tomado la igualdad en esta ecuación, por lo que los resultados obtenidos en el caso del termo híbrido en realidad son un límite superior del caso real.

 

Contando todo el ciclo de vida del lavavajillas

Los lavavajillas no caen del cielo, ni al desguazarlos desaparecen por arte de magia. Producir y gestionar como residuo este bien de consumo tiene un coste en materiales y en energía: diseño, obtención de materias primas, fabricación y montaje, distribución y transporte, reciclaje o disposición final. Este coste no existe al fregar la vajilla a mano, y sin él no podríamos usar el lavavajillas. Por lo tanto, hay que contabilizarlo e introducirlo en la comparativa, si queremos que sea justa.

Esta contabilidad es la que hacen los Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de los aparatos. En el caso de los lavavajillas contamos con un estudio de ACV del Joint Research Center de la Comisión Europea de 2016 que nos dice que, suponiendo que un lavavajillas se usa durante 12,5 años, su fabricación y desguace significarán aproximadamente un 15% del consumo energético total (toda la vida del lavavajillas), y la fase de uso un 85%. Imputar ese 15% a la fase de uso significa añadir un multiplicando de 0,85 a las fórmulas anteriores.

Comparativa de consumos a mano / a máquina

En la tabla siguiente mostramos en cuánto se incrementa el consumo de energía (respecto al consumo del lavavajillas) fregando los platos a mano, para los supuestos de multiplicar el consumo de agua por entre 1 y 5.

Para estimar las pérdidas en los casos de termo y termo híbrido hemos supuesto que ponemos el termostato a 45ºC y usamos el dato genérico que facilita este breve informe: se pierden 0,699 kWh al día (aunque en el caso del termo híbrido, más eficiente, seguramente serán menos). Por otro lado, hemos atribuído a fregar los platos un 25% de las pérdidas del termo; el resto se imputarían a los demás usos del agua caliente (duchas, lavabo, cocina).

Vemos que escoger aparatos más eficientes marca una diferencia notable en consumos (y por lo tanto también en recibos de suministros); el más eficiente reduce prácticamente a la mitad los del menos eficiente. Con los equipos más tradicionales los incrementos respecto a usar el lavavajillas son notables, mientras que con un termo híbrido se gasta poco más de energía cuadruplicando el consumo de agua, es decir gastando unos 40 litros para lavar una carga del lavavajillas.

Si te esmeras mucho en gastar el mínimo de agua y como mucho doblas la que gasta el lavavajillas, con los calentadores más eficientes gastarás menos energía que la máquina.

 

Maximizando recursos eficientes y renovables

Si el lavavajillas dispone de entrada de agua caliente y nuestro calentador es más eficiente que una resistencia (por ejemplo si tenemos un termo híbrido), lo suyo es conectar el calentador con dicha entrada, con lo que el lavavajillas disfrutaría de la misma reducción de consumo que fregando a mano. En este caso no podemos cuantificar la comparativa mano/máquina porque sería demasiado aventurado estimar la proporción de consumo atribuíble a la fase de secado, pero sabemos que ambos casos estarían más cerca de lo que muestra la tabla, porque el consumo energético del aparato estaría más cerca del manual.

De hecho, estas opciones más eficientes son las que dan sentido a la entrada de agua caliente de un lavavajillas o lavadora (no todos los modelos disponen de ella): si les vamos a dar un agua calentada de una forma menos eficiente que la que emplean los propios aparatos, es mejor que la calienten ellos mismos.

Otra opción para calentador que maximiza el ahorro y la renovabilidad energética son los paneles solares térmicos, presentes en muchas viviendas construídas o rehabilitadas en los últimos años ya que así lo obliga la normativa de construcción. Sin embargo, en muchos casos no se llegan a usar, porque se descuida su puesta en marcha. Decir que, en caso de tenerlos y querer usarlos, el acumulador de agua caliente deberá disponer también de una resistencia para cuando haya varios días seguidos nublados, y en verano se tendrán que tapar parcialmente los paneles para que el agua no llegue a ebullición.

 

La electricidad, también renovable

La sostenibilidad del hogar se maximiza si la electricidad también es generada a partir de fuentes renovables. Lo podemos conseguir contratándola a una comercializadora que lo garantice (existen varias en nuestro país), o bien instalando paneles fotovoltaicos en nuestra vivienda. Esta opción de generación renovable y distribuida es una pieza troncal de un futuro sostenible, está muy extendida ya en muchos países,y actualmente podemos encontrar facilidades para adoptarla en nuestras casas.

Todo lo visto ayudará a la toma de decisiones de cada uno respecto a la compra, no compra o renovación del lavavajillas, o el calentador. En este artículo reunimos consejos sostenibles tanto para la compra o renovación del lavavajillas como para la práctica cotidiana de la limpieza de la vajilla.