Vamos a abordar el tema de la nocividad de los detergentes convencionales con aquello de las noticias buenas y malas. En este caso por partida doble: tenemos cuatro noticias, dos buenas y dos malas.
Empecemos por las buenas. La primera sería que desde enero de 2017 los fosfatos, grandes damnificadores ambientales, están prácticamente desterrados de todos los detergentes (sólo se permiten 0,3 gramos por dosis normal de lavadora). En segundo lugar, la Unión Europea se está trabajando para prohibir los microplásticos en los detergentes (y en otros productos de consumo, principalmente cosméticos), estando ya prohibidos en Italia desde julio 2020, Irlanda (febrero 2020) y Nueva Zelanda (junio 2018).
Las dos malas serían que esa prohibición a nivel europeo entrará en vigor como muy pronto en algún momento de 2021. Es decir, se sigue permitiendo que los principales ingredientes de los detergentes, los tensioactivos, tarden más de 28 días en biodegradarse completamente en las aguas residuales.
¿Microplásticos? ¿Has dicho microplásticos? Sí, sí, lo has leído bien, y no es una errata. Omnipresentes no sólo en los océanos sino también en el agua dulce (la del grifo y la embotellada) y en el aire. Los microplásticos se encuentran entre las principales problemáticas que conforman la crisis ecológica a la que nos enfrentamos. Viajan por el alcantarillado no solo en tanto que ingredientes de productos de limpieza, sino también en forma de partículas que se desprenden de las fibras sintéticas al hacer la colada. Según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés), podría haber más microplásticos en los fangos de depuradora que en los océanos, y la mayor parte de estos lodos se usan como fertilizantes. Los microplásticos son extremadamente persistentes (miles de años en media), lo cual, según la ECHA, convierte su presencia en el suelo agrícola en una seria preocupación.
De acuerdo con estudios de la ECHA, ingredientes que se usan en forma de microplástico en productos de limpieza son poliuretano en limpiadores de cocina y baño, y formol, poliurea/poliuretano y poliacrilato en detergentes.
Ingredientes problemáticos en los detergentes convencionales
En los detergentes convencionales podemos encontrar otras sustancias con características nocivas. La tabla nos indica cuáles son las principales, y también que son bastante habituales en los productos de detergencia más consumidos. Podéis encontrar más información sobre las problemáticas medioambientales que mencionamos en este artículo. Habría que añadir que, en la inmensa mayoría de los casos, la materia prima principal de esos ingredientes es el petróleo; es uno de los factores que contribuyen a su lenta biodegradación
Las cifras de la tercera columna son sobre una muestra de 10 detergentes convencionales para ropa y 7 para vajilla, escogidos entre los más presentes en nuestros supermercados.
¿Qué nos cuentan las etiquetas sobre la clasificación de un detergente como nocivo?
De acuerdo con el Reglamento europeo 648/2004, las etiquetas deben contener lo siguiente, en lo que a la fórmula se refiere:
- Sobre surfactantes o tensioactivos, no hay que decir de qué familia son. Sí de qué tipo (aniónicos, no iónicos, etc.), una información no útil para el consumidor final.
- Deben explicitar si el detergente contiene alguno del resto de ingredientes que mostramos en la tabla (excepto el de la última fila, y los fosfonatos sólo si su concentración supera el 0,2% en peso del detergente), y también otras sustancias problemáticas poco usadas actualmente, como fosfatos, policarboxilatos, EDTA o zeolitas.
- En la etiqueta encontraremos la dirección de una página web donde consultar la composición completa del detergente, con los ingredientes en orden de peso en la fórmula. Por lo general se indican en la nomenclatura INCI, no comprensible para profanos en química. Por ejemplo, los tensioactivos de la familia LAS seguramente tendrán en el nombre términos parecidos a alkyl, benzene y sulfonate.
- La normativa europea sobre etiquetado de sustancias y preparados químicos obliga a incluir en el etiquetado de los detergentes frases de riesgo y pictogramas alertando sobre su peligrosidad o toxicidad para las personas o el medio.
Viendo la lista no podemos concluir si algún ingrediente es un microplástico, ya que ello depende no sólo de cuál sea la sustancia, sino también de en qué forma fisicoquímica se ha añadido al producto. Si ha sido en forma soluble o biodegradable, entonces no se considera un microplástico. Por ejemplo, en dos de los productos que hemos estudiado (uno de ellos de una marca ecológica, aunque sin sello certificador) hemos encontrado tereftalato de polipropileno en la fórmula. Se trata de un polímero, y todos los plásticos lo son, pero no sabemos si se ha introducido en el detergente en forma de partículas solubles.
¿Cuán lejos están estos avisos de la realidad?
Es una pregunta difícil de responder. La ECHA mantiene un inventario de miles de sustancias químicas junto con su peligrosidad (por ejemplo si son inflamables), toxicidad para las personas y toxicidad para los ecosistemas. Un primer punto de duda surge del hecho que son los propios fabricantes de esas sustancias quienes realizan los ensayos para cuantificar el carácter nocivo de los ingredientes. ECHA se limita a custodiar sus resultados y publicarlos (se puede acceder a ellos aquí), pero no los revisa ni verifica. Por lo que las informaciones pueden adolecer de subjetividad, o engaño.
Además, ocurre que la normativa que mencionábamos es bastante confusa y poco precisa al indicar cómo determinar la nocividad de un producto como nocivo. Por ejemplo un detergente, a partir de las nocividades características de sus ingredientes.
Para muestra tres botones
Observemos más de cerca los tres ingredientes principales más repetidos entre los diez detergentes para ropa que hemos analizado. El primero, el tensioactivo Sodium C10-13 alkyl benzenesulfonate, escogido por el 70% de los detergentes. Otro ingrediente, el fosfonato Sodium diethylenetriamine pentamethylene phosphonate, elegido por todos los detergentes que usan fosfonatos. Y por último, el blanqueante óptico Disodium distyrylbiphenyl disulfonate, presente en la mitad de los detergentes estudiados.
Todos ellos tienen en común estas características:
- Están clasificados como nocivos para los organismos acuáticos con efectos duraderos.
- No se biodegradan en el agua ni en los fangos de depuradora, o lo hacen muy lentamente. Sólo el tensioactivo es considerado biodegradable en el agua por hacerlo en un 85% en 29 días. Una velocidad muy inferior a la de los tensioactivos usados normalmente en los detergentes ecológicos.
- Deben ser etiquetados con cuatro frases de riesgo y dos pictogramas. Pero en los detergentes que los contienen sólo viene una de esas frases de riesgo (y también otras, debidas a otros ingredientes) y uno o ningún pictograma.
El fosfonato es quizás el más ecotóxico de los tres. Es el único que está incluido en la lista SIN, debido a la gran lentitud en su biodegradación. Se trata de una lista de los compuestos químicos más peligrosos elaborada por ChemSec – International Chemical Secretariat. El acrónimo “SIN” proviene de Substitute It Now, y expresa la urgencia de reemplazar las sustancias por equivalentes no tóxicos. ChemSec es una organización independiente sin ánimo de lucro formada, entre otros, por químicos y expertos en política y empresa. Su principal objetivo es que los omnipresentes y muy peligrosos tóxicos químicos sean sustituidos por sustancias inocuas. Está financiada por el gobierno sueco, fundaciones, entidades sociales y particulares. World Wide Fund for Nature, Friends of the Earth y otras entidades ambientalistas participan en su gerencia.
Escoger detergentes ecológicos
Se trata de una buena elección, puesto que los detergentes ecológicos evitan las sustancias problemáticas, en mayor o menor medida según su grado de rigor, y además se rigen por criterios ambientales más exhaustivos, fijando restricciones en el origen de las materias primas, los procesos de producción o el envasado. Paralelamente, ser ecológico no significa ausencia de efectividad. Son muchas marcas de detergentes eco las que demuestran mayor eficacia frente a detergentes convencionales de referencia, a los que tienen que superar y superan.
Existen sellos certificadores como Cisne Nórdico, Ecocert, Ángel Azul o Ecolabel. Los hemos escrito en orden de más a menos estricto, a grandes rasgos; por ejemplo, Cisne Nórdico es el único que incluye en sus actualizaciones más recientes la prohibición de los microplásticos. Conoceremos mejor los sellos en artículos posteriores. En el mercado de producción ecológica también encontramos detergentes que no cuentan con la acreditación de ningún sello. En este caso, su autenticidad está sujeta a la transparencia y honestidad del fabricante.